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verano

me gusta pensar
que si alguna vez
el sol bajara del cielo
y escogiera unos ojos
en los que depositar
su brillo
los tuyos encabezarian
la lista

las tardes
que no sofocan
y el resplandor
de los días
que se apagan
escriben tu nombre
en cada árbol
de cada esquina
y me pongo a divagar
imaginando que
tus besos saben
a limonada fresca
que acompaña
un reencuentro
de amigues

y sí, acá estoy otra vez
siendo la cobarde
que siempre fui
mientras te me apareces
en los versos de ese tema
que dice
que vos sos el verano
más allá
de la estación

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fotos (o una taza de café)

Tengo una foto tuya guardada en mi lata de recortes y cosas que despegué de la pared, pero no quiero tirar. Es una foto hermosa, de las más lindas que saqué. Estás posando con cara de incomodidad; la misma expresión que ponías cada vez que te sacaba una foto. Y es que yo sé que no te gustaba, pero había algo en mi forma de hablarte que hacía que, al final, después de revolear los ojos, te quedaras quieta y me dejaras inmortalizarte con un click. Así como esta tengo varias capturas de otros momentos. Una de ellas es la foto esa que te saqué en el plaza yendo a ver a Clari, con mi vestido de calaveras y mi sombrero puesto; esa siempre me gustó mucho porque tenías el pelo de un azul eléctrico súper brillante y te estabas riendo con una mano en la cara por un chiste que te acababa de hacer. Me enorgullecía bastante de haber sido capaz de arrancarte una carcajada en el momento justo; y esa parecía ser mi especialidad porque la mayor parte de nuestras fotos son así: yo haciendo una payasa

hogar

en días como este entiendo por qué la gente se va de esta ciudad de mierda. entiendo la soledad y el sentimiento de abandono. como si no importara cuántos años pasen la plata nunca te hiciera sentir bienvenidx. me parece hasta berreta lo linda que es en ese intento inútil de impregnarse en tu memoria. como si se diera cuenta de que ninguna estación le sienta del todo mal. en la configuración de mi mente, la plata consiste en un hogar transitorio para todx aquellx que la pise. soy platense de nacimiento y esta ciudad de calles numeradas y grandes arboledas dejó de pertenecerme hace un tiempo. ese el es el problema de escoger a las personas como hogar en lugar del espacio físico en el que naciste: si dejan de existir en tu vida comenzas a vagar por el mundo sin tener realmente a dónde pertenecer.
me costó bastante tiempo aceptar mis propias disculpas. fueron varias tardes buscando lo que creía que me faltaba en el silencio del sol sobre mi piel. y me quemaba un montón. me mordía los labios hasta sangrar antes de aceptar colgarme al cuello algo que no fuera el peso de la responsabilidad por la explosión que me había dejado en pedazos. no podía hablarme en otro tono que no fuera alto y distorsionado, repitiendo el mismo discurso en loop como si nunca hubiese conocido otras palabras. sabés que todo esto es culpa tuya. vos y tu puta manía de arruinar absolutamente todo lo que tenés entre tus manos. no te das cuenta de que sos una carga para todo el mundo. por qué no hacés las cosas bien de una vez. y hubo días en los que un remolino interior apenas me dejaba escuchar nada más que la música que salía de los auriculares. razón por la cual reproducía canciones ruidosas que sonaran más fuerte que todo lo demás. solo quería descansar. quería dejar de sentir que cada minuto del