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Mostrando entradas de marzo, 2017

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abro el cajón y saco una remera tu aroma me asalta y me toma desprevenida como si el solo hecho de que una prenda lleve tu perfume sea tan criminal como un asalto y no voy a decir que no. si te extraño tanto que todavía tengo esa foto que tanto odiabas en mi billetera y si, aún después de todo este tiempo, todavía me acuerdo de todas la noches en las que compartimos la almohada y yo fingía quedarme dormida primero para observarte sin culpa, sin miedo y sé que todo es diferente ahora, pero nunca me quisiste como yo te quise y está bien, yo te escuché hablar de ella hasta el cansancio si con que atendieras mis llamadas a la 1.02 de la mañana y escuchara tu voz, todo estaba bien. Escrito el martes 21 de marzo, 2017

Desire.

Despierto envuelta en las cobijas y con una jaqueca que me atraviesa el cráneo como si hubiera recibido un hachazo. Resaca. Maldigo por lo bajo mientras me incorporo y camino al baño. Cada paso que doy me retumna en la cabeza y lucho contra el impilso de vomitar que me ataca al cepillarme los dientes. Esquivo mi propia mirada en el espejo. No quiero ni ver qué pinta tengo. No consigo recordar la secuencia de la noche anterior. Hago un esfuerzo y una imagen consigue formarse en mi mente. Estoy subierndo la escalera a los trompicones con una mano dentro del bolso intentando dar con la llave de mi departamento. La imagen queda en negro, nada más parece querer asomarse para darme pistas de cómo fuer que llegué a mi casa sana y salva. Algo dentro de mí se retuerce. Una especie de nudo se me ha formado en el pecho. Una sensación de pánico me embarga y temo por primera vez desde que desperté por las cosas de las que pude haber sido capaz a altas horas de la madrugada y bajo los efectos d

Una ola.

Una ola. Una laguna. Una sábana blanca me cubrió la concentración. Se vió alterado el normal funcionamiento de la sinapsis de mis neuronas. Me alelé. Me atonté. Mis pensamientos y posibles respuestas a tus comentarios decidieron irse de paseo por el mar de tus ojos café en cuanto me dispuse a dejarlos salir por mi boca. Nada más existió. Te escuché atentamente y contesté cuando podía. Cuando tu mirada insistente me lo permitía. Cuando me atrevía a bajar la mirada. Un cosquilleo en el estómago. Te miro sin pestañear, no me quiero perder un detalle tuyo. Me devolvés la mirada, desafiante. Me preguntás si estoy bien en un tono que suena más dulce que cualquier canción de cuna que escuché alguna vez. Bromeo. Cómo no voy a estar bien, si estás vos. Una ola. Sonreís y me abrazas. Me paralizo por un segundo. Nunca sé cómo corresponder a los abrazos que me toman por sorpresa. Boluda, me reprende mi cerebro, que se cree que la atolondrada de mí llega tarde a todos lados. Una ola. Me arras