cuando todo oscurece
es el momento justo
para atrapar los recuerdos
que quieren escurrirse
de nuestras manos
las aguas de nuestra memoria
con su corriente tempestuosa
comienzan a funcionar
con el ritmo de la noche,
el movimiento se apacigua
y un tono dorado
tiñe los momentos
que ya no están
el atardecer trae consigo
una forma distinta
de evocar las cosas;
en la inmensidad
de ese fuego que abrasa
el cielo
nuestra mente abre una ruta
en la que los recuerdos tristes
dejan una estela de colores
brillantes
la última vez
que se abrazaron
aparece frente a tus ojos
cubierta por un velo
color pastel
y el dolor se anestesia
con la perfección del presente
los meses se evaporan
y, de repente, acá estás
para mirarme a los ojos
otra vez
y me cuesta no creer
que sea real
pero, así como así,
la oscuridad total
hace acto de presencia
y, de un portazo,
la distancia temporo-espacial
nos separa otra vez
las estrellas susurran
sobre mi cabeza
mientras pienso que
todo lo mágico
se fue con el último
rayito de sol
y que por eso
es que tengo tanto frío
recuerdo
que mis amigas
me esperan
y las alcanzo corriendo
ser(me) con ellas
me permite desterrar
las sensaciones de angustia
y en el trayecto a casa
todo lo que decimos
me sabe a poesía
mate va, mate viene
y un calorcito
me invade el pecho
ellas le han enseñado
a mi corazón
cómo abrigarse
cuando el frío
aparece
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